Por dior, ya no se puede ni pensar del calor. Para colmo ayer se cortó la luz en mi depto y tuve que subir por las escaleras. Y todo por esos malditos aires acondicionados. Puede que lo diga de pura envidia, pero en este momento tengo ganas de salir con un palo y romperlos todos. Ah, creo que el calor está empezando a irritarme.
viernes, 20 de febrero de 2009
jueves, 19 de febrero de 2009
martes, 17 de febrero de 2009
I loving en Colombia
–¿Una ventaja de ser reina en Colombia?
Esta oportunidad nos adelanta cinco años. No tengo que terminar una carrera para conseguir trabajo.
Valeria Sierra, señorita Atlántico
sacado de acá
Esta oportunidad nos adelanta cinco años. No tengo que terminar una carrera para conseguir trabajo.
Valeria Sierra, señorita Atlántico
sacado de acá
sábado, 14 de febrero de 2009
ciencia, filosofía y conga
En un momento en que la música joven la hacen quienes tienen más de 40, un grupo de músicos de menos de veinte se dedica a levantar las viejas banderas de un rock musicalmente espeso, de texturas complejas, letras imaginativas y ritmos asimétricos. En su primer disco, la banda formada por Facundo Rodríguez Saba, Lautaro Saavedra Buetow, Juan Clavell, Martín Lapidus y Emiliano Echevarría (en guitarra, sintetizadores, flauta, bajo y batería) sorprende con temas propios que parten de donde King Crimson dejó la posta. D. F.
viernes, 13 de febrero de 2009
jueves, 12 de febrero de 2009
pero el amor es más fuerte
Hace un par de días vi Slumdog millionaire, la última película de Danny Boyle, gracias a una copia pirata que me trajo una amiga. Al principio amagué a rechazar la propuesta porque las películas de Boyle, excepto Trainspotting, no me deslumbran; y porque el argumento me parecía medio idiota: un chico indio que va aun programa de esos en que te hacen preguntas onda multiple choice y si las adivinás vas ganando guita. En fin, como el indio –“villero” decía la contratapa del dvd pirata- acierta todas lo acusan de fraude, lo torturan, etc, y forzado a hablar, mediante flashbacks, repone la historia de su vida.
Cuando la empecé a ver dije ah, mirá, tiene onda esto. Me sorprendieron algunas partes alucinantes, debidas a un buen manejo de la cámara y al escenario. Por ejemplo, uno de los planos secuencia iniciales en dónde la policía persigue a un grupo de chicos a través de la aldea en la que viven. Eso es genial, lleno de instantes geniales, donde hace un primer plano en un perro y otros súpergeniales donde hace un zoom out a la aldea (aunque sea un recurso ya visto en Trainspotting, si no me equivoco). En ese sentido vale la pena, por las imágenes y la cotidianidad que retrata, pero el argumento es casi una excusa a todo eso, y en el transcurso de la peli se vuelve evidente: el principio zafa, después ya no.
El problema principal es la convivencia extraña de un cierto realismo despiadado y un romanticismo berretón. Asesinatos, pobreza, tortura y mutilación conviviendo con una historia de amor medio insípida, en donde la mentalidad del protagonista se diferencia poco de la mentalidad occidental y la de la chica –hermosa siempre– a la de mujer golpeada que se deja golpear, básicamente, por el tipo de turno y por la vida en general. La peor escena, en ese sentido, es un reencuentro entre ambos, en donde la música y los pantallazos de “momentos felices” acompañan el abrazo. Y el final, bue, un espanto de cursi y de cosas que salen sospechosamente bien, que sólo se remonta en la bizarreada de la canción final y en su estribillo pegadizo.
Cuando la empecé a ver dije ah, mirá, tiene onda esto. Me sorprendieron algunas partes alucinantes, debidas a un buen manejo de la cámara y al escenario. Por ejemplo, uno de los planos secuencia iniciales en dónde la policía persigue a un grupo de chicos a través de la aldea en la que viven. Eso es genial, lleno de instantes geniales, donde hace un primer plano en un perro y otros súpergeniales donde hace un zoom out a la aldea (aunque sea un recurso ya visto en Trainspotting, si no me equivoco). En ese sentido vale la pena, por las imágenes y la cotidianidad que retrata, pero el argumento es casi una excusa a todo eso, y en el transcurso de la peli se vuelve evidente: el principio zafa, después ya no.
El problema principal es la convivencia extraña de un cierto realismo despiadado y un romanticismo berretón. Asesinatos, pobreza, tortura y mutilación conviviendo con una historia de amor medio insípida, en donde la mentalidad del protagonista se diferencia poco de la mentalidad occidental y la de la chica –hermosa siempre– a la de mujer golpeada que se deja golpear, básicamente, por el tipo de turno y por la vida en general. La peor escena, en ese sentido, es un reencuentro entre ambos, en donde la música y los pantallazos de “momentos felices” acompañan el abrazo. Y el final, bue, un espanto de cursi y de cosas que salen sospechosamente bien, que sólo se remonta en la bizarreada de la canción final y en su estribillo pegadizo.
sermones y colchones
"Niñito Jesus: Por favor, protege a la comunidad Travesti, Transgénero y Transexual de la persecución policial, vela por ellas para que la corrupta policía no las humille, ni lleve presas, ni viole, ni mate"
de Contraventora
de Contraventora
miércoles, 11 de febrero de 2009
la bruja del 71
Cada vez que mi vecina la loca se quejaba de ruidos molestos me quedaba pensando (un toque, no exageremos tampoco) en que quizás era cierto que hacía mucho ruido. Pero parece que mi vecina la loca es loca de a de veras y es conocida en el edificio, y en los alrededores como tal. Hasta donde sé, los sobrenombres varían entre "la gorda del perrito", "la hija de puta esa", "la culona" y "la bruja", dependiendo del grado de enojo. No sé por qué, pero enterarme de todo eso me dejó más tranquila, como si necesitara saber que no me había puesto paranoica, y que el problema no era mío. Es como un retorno a la inocencia.
martes, 10 de febrero de 2009
lunes, 9 de febrero de 2009
viernes, 6 de febrero de 2009
insomnio?
Últimamente no puedo dormir bien, no sé que me pasa. Doy vueltas, pienso en gente que quiero ver, sueño que la veo y no termino de darme cuenta los límites. A veces me despierto con dudas, no estoy convencida de si algunos detalles pasaron de verdad o no.
mi reino por un PH
Si bien me encanta estar Soledad Solari en mi depto de Soler, lo cierto es que las cuentas y el amiguismo con mi concubina me llevaron a emprender una nueva búsqueda de vivienda. Me sorprende lo jodido que está encontrar algo medianamente decente a un precio no tan indecente... Ni hablar de las eventuales bizarreadas. Como la del finde pasado, que fuimos a ver un departamento y en la puerta había un tipo tirado, con un sendero de sangre que iba hasta la calle. “Por lo general, suele ser una zona segura”, dijo la de la inmobiliaria esquivando el bulto que, minutos después, fue rodeado por cinco policías. Pudimos ver cómo lo registraban desde el balcón de la propiedad. Eso sí: la vista, impecable.
jueves, 5 de febrero de 2009
paparazzi
Me enteré tarde que la diferencia entre 110 y 220 voltios es un abismo insondable en la zona atlántica de Colombia, por lo que el cargador de baterías y la maquinita de depilar pesaron inútilmente a lo largo de mi viaje. Cada foto se volvió un objeto preciado, no sólo por lo que mostraba, sino porque su presencia implicaba la negación de otra foto que ya no podría sacar más adelante, cuando se terminara la batería. Varios días sometí a juicio mi criterio estético, debatiéndome acerca de que fotos sacar, “esas que valieran la pena”. Claro que entre “esas...” se infiltraron fotos a mis pies y a edificios mal encuadrados.
Después de tanto ajuste, el último día de viaje me descubrí con espacio libre en la memoria y demasiada batería, casi un derroche. Me puse a sacar fotos, a gastarlas todas, que no quedara nada. Me acuerdo la última, que quise sacarle a una homless bogotana, para alejarme un poco de la vida chévere que venía retratando. Estaba apuntando cuando la mujer se dio cuenta y empezó a cagarme a puteadas, a decirme que no le sacara, que me metiera la cámara en el culo y cosas por el estilo. Mi última foto fue a una pared vacía, esquivando la mirada reprochona de la homless, sintiéndome una completa imbécil.
Después de tanto ajuste, el último día de viaje me descubrí con espacio libre en la memoria y demasiada batería, casi un derroche. Me puse a sacar fotos, a gastarlas todas, que no quedara nada. Me acuerdo la última, que quise sacarle a una homless bogotana, para alejarme un poco de la vida chévere que venía retratando. Estaba apuntando cuando la mujer se dio cuenta y empezó a cagarme a puteadas, a decirme que no le sacara, que me metiera la cámara en el culo y cosas por el estilo. Mi última foto fue a una pared vacía, esquivando la mirada reprochona de la homless, sintiéndome una completa imbécil.
miércoles, 4 de febrero de 2009
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