Un joven argentino –casi todo joven argentino- se ve a sí mismo como un posible gran escritor. El no lo es aún, pero su persona imaginaria lo es desde luego, y lo que ve de sí mismo no es aquella su realidad, aún insuficiente, sino esta proyección en lo perfecto. Como es natural, está encantado con ese sí mismo que se ha encontrado y ya no se preocupará en serio para hacer efectiva esa posibilidad. Sólo se hará solidario de lo único que está en su poder: el gesto y, en efecto, desde luego y sin descanso adoptará el gesto que, a su juicio, corresponde a un gran escritor.
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1 comentario:
Buen pasaje. Así me gusta tu blog.
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