El otro día, en una típica girl talk, hablaba con una amiga acerca del sexo y las relaciones. Llegamos a una conclusión compartida. El casual sex es divertido, por supuesto, pero por un rato. Como mucho, a la sexta vez con una misma persona, pierde la gracia. Una ya aprendió todo: sabe cómo es el otro, qué le gusta y qué no, cómo se va a mover, qué va a decir y cuáles son sus limitaciones.
A partir de ese momento, si no se suman otras cosas, la falta de éstas empieza a restar en la relación y se llega a una decadencia irremediable. Las soluciones son dos: o se cambian las reglas del juego (la construcción de un vínculo “más allá del sexo”) o se cambia el partenaire y se empieza de cero.
Lo curioso es que, en nuestra experiencia al menos, este esquema de “caducidad” nunca fue mutuo. No supimos establecer si esto se debe a que las necesidades de nuestros muchachos eran otras, a que no les resultaba tan fácil reabastecerse o a que tenían un aprendizaje lento.
A partir de ese momento, si no se suman otras cosas, la falta de éstas empieza a restar en la relación y se llega a una decadencia irremediable. Las soluciones son dos: o se cambian las reglas del juego (la construcción de un vínculo “más allá del sexo”) o se cambia el partenaire y se empieza de cero.
Lo curioso es que, en nuestra experiencia al menos, este esquema de “caducidad” nunca fue mutuo. No supimos establecer si esto se debe a que las necesidades de nuestros muchachos eran otras, a que no les resultaba tan fácil reabastecerse o a que tenían un aprendizaje lento.
4 comentarios:
La última, seguro.
Sexto sentido???
Si, puede ser, no lo había pensado así.
Me agradan las reflexiones que salen de los diálogos entre mujeres, son temas de debate la verdad. Éste y el diálogo de más abajo: ¡muy buenos!
Sirven a los lectoras/es.
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