sábado, 22 de diciembre de 2007

El futuro llegó, hace rato

"Ni la prensa, en el siglo XIX, ni el cine, en el XX, pudieron con él. Pero ahora sí. La televisión y, sobre todo, Internet y la avalancha digital, lo han logrado: la cultura del libro llega a su fin. Pronto será una curiosidad de museo, como la máquina de escribir. ¿Se viene entonces el fin de la literatura? (...) Pero, ¿quién dijo que la literatura deba identificarse con el objeto libro? ¿O incluso con la escritura? La Ilíada y La Odisea eran poemas orales. Una vez inventada la escritura, la literatura circuló de lo más bien en papiros, pergaminos, papel de seda, sin el libro. El libro es un soporte, nada más.", escribió Carlos Gamerro en el Suplemento Ñ de Clarín.

No estoy muy de acuerdo con varias cosas. En primer lugar, con la inminencia de corte apocalíptica respecto al formato libro. "Pronto" dice Gamerro, como si hubiera una espada de Damocles balanceándose sobre la cabeza del escritor y todo el mercado editorial fuera a colapsar de un día para otro. Ni siquiera las discográficas han desaparecido todavía, y eso que están mucho más en jaque por las bajadas de mp3, que los libros con las bajadas de textos. La tecnología ha permitido que resulte igual de fácil escuchar discos pirateados que discos comprados. No pasa lo mismo con el libro. No hay todavía un público lector preparado para leerlo todo desde la pantalla. Un lector asiduo promedio ¿Cuántas novelas leyó por Internet? A lo sumo una, en un acto más bien heroico que de placer. Un lector esporádico promedio, seguramente nunca leyó nada superior a las 100 páginas. Yo misma, que leo constantemente cuentos, poesías y artículos online, leí una sola novela. Fue "Urbana", de Fogwill, publicada por los chicos de El interpretador. No creo que Gamerro, ni nadie, haya leído muchas más. Es sabido que los best sellers y las mayores ventas editoriales son de novelas. Es por eso que creo que, en principio, el libro tira para rato.

Los procesos de adaptación del lector son lentos. No nos vamos a despertar un día y puf! el libro se extinguió de la noche a la mañana. Es curioso, pero para ejemplificar esta inminencia Gamerro da el ejemplo de los clásicos griegos y habla del pasaje de la oralidad a la escritura. La oralidad y la escritura convivieron, no solo en Grecia sino en el resto de las culturas, durante varios siglos. Al final de este fragmento que cité, Gamerro dice “El libro es un soporte, nada más”. También estoy en desacuerdo con esto. El libro, como herramienta, ha modificado las pautas de escritura y de lectura de manera significativa. De hecho, Erick A. Havelock, en su libro La musa aprende a escribir, reflexiona sobre oralidad y escritura (tomando el tiempo que mediaba entre Homero y Platón); y allí explica que el tránsito de la cultura oral al mundo de la escritura lo es también de la poesía a la prosa. Un cambio de soporte en la literatura siempre implica algo más.

Nuestra literatura, la que existe hoy en día a nivel general, se identifica con el objeto libro. Creo que al cambiar de soporte se generará inevitablemente un cambio de literatura. Esto no es malo o, al menos, no necesariamente. Quizás, siguiendo el razonamiento de Havelock, la aparición de Internet consiga destronar a la novela, como género predominante a nivel editorial, y logre darle un lugar más relevante al cuento y a la poesía. Un proceso de esta índole ya se está gestando, pero en el circuito reducido del “mundillo literario”. De paso aprovecho para decir: no entiendo el miedo, ni tampoco la paranoia con respecto a la calidad literaria de los blogs. Pareciera por ciertos discursos, en general emitidos por académicos conservadores del canon, que el incremento de material virtual solo implicara consecuencias negativas, y esto no es así. Hay textos muy malos en los blogs, pero también cosas buenas. Se puede decir incluso que muchas revistas virtuales existen hoy en día gracias a la preparación y ejercicio de lectura que promueven los blogs. Además, es material gratuito y más al alcance de todos.